Marsella es la capital de la región Provenza-Alpes-Costa Azul, y la segunda mayor ciudad de Francia. Desde el momento en que llegues, quedarás cautivado por sus aguas cristalinas, su fantástica gastronomía y la vitalidad multicultural de esta ciudad portuaria.
La ciudad fue la Capital Europea de la Cultura en 2013 y su herencia marinera se ve plasmada en su Vieux Port (puerto viejo). Explora los diferentes barrios de Marsella o recorre sus 37 km de costa en busca de solitarias calas o playas de arena dorada.
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Marsella es una ciudad rebosante de energía, un crisol de culturas que han dejado huella en su crecimiento con el paso de los siglos. Ofrece a los visitantes barrios históricos, espacios creativos modernos, arquitectura antigua y moderna, y delicias gastronómicas.
Comienza por el Vieux Port, el puerto viejo que los marselleses consideran “el alma de Marsella”. Luego continúa por el barrio antiguo de Le Panier, un laberinto de calles con tiendas de artesanía, plazas recónditas y soleados cafés. Su elemento central es el Centre de la Vieille Charité, un museo y centro cultural, y la cercana Catedral de Santa María la Mayor. La Cannebière es la calle histórica principal del barrio.
Marsella tiene infinidad de monumentos, esculturas, lugares de interés y museos. Entre ellos se puede destacar el enorme Museo de las Civilizaciones de Europa y del Mediterráneo (MuCEM). Se expande en tres edificios: el J4 y el Fort Saint Jean se usan en grandes exposiciones y actividades culturales, mientras que el Centre de Conservation et de Ressources (CCR) alberga las colecciones del museo.
Por otra parte, no te pierdas el Palacio Longchamp ni tampoco “Le Pouce” (la escultura El pulgar gigante). Maravíllate ante el impresionante Teatro de la Ópera de Marsella y con la hermosa basílica de Santa María la Mayor. Cuando necesites un descanso de tantos monumentos, date un respiro paseando por las más de 400 hectáreas de parques y jardines públicos de la ciudad, o refréscate en las aguas de las playas del Prado.
Tras todo un día disfrutando de las atracciones de la ciudad, relájate y prueba las deliciosas especialidades locales de pescado, como la famosa Bouillabaisse o bullabesa, una sopa de diversos pescados servidos con tomates, azafrán y acompañados de picatostes, rouille (chile picante) y ajo. Marsella ofrece una extraordinaria oferta culinaria inspirada por los ingredientes locales disponibles e influida por las gentes y culturas que poblaron la ciudad.
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Dirígete al norte desde Marsella y pronto estarás conduciendo por la Provenza, con sus viñedos, idílicos pueblos y paisajes.
Les Gorges de Régalon, Luberon
Tardarás sobre una hora y cuarto en llegar a Les Gorges de Régalon desde Marsella. Ahí podrás seguir caminos a través de cultivos, un estrecho desfiladero, bosques y montañas hasta la base del Petit Luberon.
Aviñón
Aproximadamente a una hora y media desde Marsella encontrarás la antigua ciudad de Aviñón, declarada Patrimonio de la humanidad por la UNESCO. No dejes de visitar el Palacio Papal (Palais des Papes), el mayor palacio gótico de Europa, el Musée Calvet de bellas artes y el puente medieval Pont d'Avignon, también conocido como el Pont Saint-Bénézet.
Chateauneuf-du-Pape
Justo al norte de Aviñón te encontrarás con Chateauneuf-du-Pape, una población dominada por las ruinas de un castillo medieval del siglo XIV para el Papa Juan XXII, el segundo papa en residir en Aviñón. Esta población es quizás más conocida por su glorioso vino tinto, la denominación de origen más importante del cauce sur del Ródano, con más de 3200 hectáreas de viñedos y más de 80 productores.
Aix-en-Provence
La encantadora población de Aix-en-Provence está a solo 35 minutos de Marsella. Es conocida por ser la ciudad natal de Paul Cézanne, y no deberías abandonarla sin recorrer el camino nombrado en honor al pintor para descubrir los lugares en los que vivió, pintó, comió y socializó. También es obligatoria una visita al mercado. Con su tentadora selección de aceitunas, quesos locales, fresas frescas y carnes curadas, es el lugar perfecto para relajarse y sumergirse en la vida local.